Desde hace algunos años, resulta cada vez más claro que el desarrollo de la economía mundial debe ir de la mano del desarrollo de una sociedad más justa, más abierta, más inclusiva. Mutaciones tecnológicas en todos los ámbitos, evoluciones sociales y participación de los ciudadanos, aparición de nuevas prácticas de colaboración, desafíos ambientales locales y globales, distribución de la riqueza... todos desafíos que deben superarse simultáneamente.